Cultura y sociedad holandesa

La pildorita Rustig Aan en el supermercado »Albert Jain»

 

Hola, soy la pildorita Rustig Aan y estoy muy contenta de compartir con ustedes algunos momentos de mi vida en este país tan bonito llamado Holanda, en el que ya llevo varios años viviendo.  Como seguramente muchos de ustedes, ya hablo y entiendo holandés, pero el idioma de mi corazón y de mis diálogos mentales es el español. Y es en este idioma que voy a empezar a compartirles algunas cosas que me pasan y que observo en este país. A modo de desahogo, para compartir  y reirme  un ratito con ustedes. Durante mis primeros años en este país me tomaba la vida muy en serio y no es que hoy no lo haga, pero creo que riéndonos más  podemos llevar las cosas mejor. A mí me funciona.

 

Les cuento que hoy en el supermercado Albert Jain estuve a punto de ponerme a discutir  con un viejito  cascarrabias. Iba yo muy contenta luego de haber pasado un día muy alegre con mis amiga, la pildorita gezelligheid.  Como ya sabrán, en muchos de estos supermercados hay cada vez más cajas de autoservicio.  Al menos en las estaciones centrales grandes y las ciudades principales, uno tiene que acercarse a la caja con sus respectivas compras y pagar.

Como yo  llevaba bastantes cosas y desde las distancia vi que la cajera sonreía, decidí pagar en la caja que atendía. Mientras iba colocando las compras en la banda, noté que el hombre detrás de mí estaba refunfuñando. Pero no le tomé mucha importancia hasta que empecé a entablar una mini-conversación con la cajera sobre el anuncio para que uno marque la bonuskaart para mayor velocidad y comodidad (en holandés pone algo así como voor extra snelheid en gemak).  La verdad es que me causó mucha gracia:   ¿cuánto tiempo realmente puede ganar uno marcando la bonuskaart en lugar de que lo haga la cajera?  Supongo que al hombre no le gustó mi comentario y comenzó a alegar que yo estaba pagando en la caja para pagar en efectivo, que había varias cajas disponibles para autopago. Y así, empezó a soltar humo por las orejas…

La cajera seguía marcando mis productos, impacible, sin perder la sonrisa. Y yo contenía mis ganas de contestarle al hombre que él también podía pagar en la caja de autoservicio si no quería esperar, pero opté por ignorarlo, pues soy la pildorita Rustig Aan y en mi nombre llevo la calma.  Al final le agradecí la paciencia a la cajera, cuyo mensaje iba dirigido especialmente al hombre. Salí huyendo de allí con temor a que el hombre siguiera en su afán de discutir conmigo.

Entiendo perfectamente que no todos tengan ganas de estas conversaciones banales en la fila del supermercado, pero ¿han notado que aquí muchos van con caritas largas y con prisa? Ya está uno pagando y al mismo tiempo tiene que guardar las compras en la bolsa.

Y entonces di con esta noticia y me tuve que reír: resulta que en 2018  un supermercado AH lanzó el experimento De Rustig- aan- Kassa, o sea, la caja para pagar con calma, sin sentir las prisas de los clientes, ni tener que apurarse por ir embolsando los productos mientras los otros esperan impacientes su turno para pagar.  Según la asistente Marloes Dijkkamp, la idea surgió porque «muchos clientes siempre hacen la compra de prisa, mientras que a muchos les gusta hacerlo con calma; especialmente para las personas mayores, ir al supermercado es estresante pues siempre hay demasiados clientes jadeando de impaciencia en las cajas». Gracias, Marloes: porque no solo son los viejitos los que se sienten incómodos teniendo una fila de impacientes.  Cor Molenaar agrega que ir al supermercado no solo tiene un objetivo funcional, sino que cumple con una función social. O sea, uno va por leche, pan, huevos, y de paso se puede encontrar a algún vecino y entablar alguna conversación.  Pero no es el caso general…

Me despido con las siguientes palabras: en Holanda el invierno no nos pone muy felices y es qué es lógico que tanta lluvia y viento golpeándonos en la cara no nos permita estar en el mejor de los ánimos. Esperar en la fila del supermercado con una sonrisa tampoco es fácil, pero se vale hacer un esfuerzo, ¿no creen?

Así que ya saben: si se encuentran en la fila del supermercado a algún viejito cascarrabias dénle una pildorita RUSTIG AAN!

Y si son ustedes los cascarrabias, tómensela ustedes…

 

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