Creo que nada se pierde tan a menudo como la oportunidad diaria.
La oportunidad de:
Decir lo que toca cuando toca.
Callar lo que toca cuando toca.
Dar lo que toca cuando toca.
Escuchar lo que toca cuando toca.
Agradecer lo que toca cuando toca.
Pedir lo que toca cuando toca.
Hacer lo que toca cuando toca.
Acompañar a quien toca cuando toca.
Amar a quien toca cuando toca.
Despedir o separarse de quien toca cuando toca.
Iniciar lo que toca cuando toca.
Invertir en lo que toca cuando toca.
Reununciar a lo que toca cuando toca.
Conocer a quien toca cuando toca.
Decir sí a quien toca y cuando toca.
Decir ¡No! a quien toca y cuando toca.
Besar a quien toca y cuando toca.
Hacer callar a quien toca y cuando toca.
Responder a quien toca y cuando toca.
Invitar a quien toca y cuando toca.
Cuidar a quien toca y cuando toca.
Etc, etc, etc.
Y cuando no hacemos lo que toca y cuando toca matamos miles de oportunidades día tras día y creemos que la vida está llena de amenazas.
Será por miedo, confusión, falta de información o contaminación…
Pero…
Si hiciéramos lo que toca cuando toca sin miedo a lo que nos ocurriría, otro gallo nos cantara.
Y es que en el fondo y por lo general, las cosas NO son TAN complicadas.
Y tú, ¿cómo lo ves?